Los mosaicos representan una de las formas artísticas más antiguas y fascinantes de la historia de la humanidad. Se originó en las civilizaciones mesopotámicas hace más de 5000 años y ha atravesado épocas y culturas diferentes, desde los pavimentos romanos hasta los mosaicos bizantinos de Rávena y las interpretaciones modernistas de Gaudí en Barcelona. Esta técnica decorativa, que se basa sobre la composición de pequeños elementos (teselas) para crear motivos complejos, siempre ha representado una combinación perfecta entre funcionalidad y belleza.
Actualmente, el antiguo arte del mosaico nace a una nueva vida a través de las características del gres porcelánico, un material que combina la elegancia estética con un rendimiento técnico superior. A diferencia de los mosaicos tradicionales, que suelen ser frágiles y porosos, el gres porcelánico ofrece una resistencia extraordinaria al desgaste, a los productos químicos y a la humedad, lo que conserva su belleza original con el paso del tiempo.
La reinterpretación del mosaico en clave contemporánea se expresa a través de una variedad de formatos, desde las teselas cuadradas tradicionales hasta los nuevos formatos rectangulares, hexagonales o irregulares. La precisión industrial garantiza una uniformidad y una regularidad imposibles de lograr con técnicas artesanales, si bien se mantiene el efecto de profundidad y movimiento típico de los mosaicos clásicos.